viernes, 28 de enero de 2011

El nacimiento. Ese gran trauma del bebé. (Parte III)

Mecanismo de las lesiones craneales en la infancia

Antes de empezar a hablar de este tema, hay que partir de la base de que las lesiones del cráneo como consecuencia del nacimiento, generalmente no son tomadas en consideración más que cuando son importantes y entrañan trastornos indiscutibles para la salud de nuestros hijos. Un terapeuta entrenado en la Osteopatía Sacrocraneal puede descubrir lesiones que, aunque no son reconocidas habitualmente, son perjudiciales a medio y largo plazo para los niños.

Las lesiones articulares del cráneo conducen a tensiones membranosas, que serán las responsables de un mal desarrollo estructural de la bóveda craneal en el curso del crecimiento del niño. De ello pueden resultar anomalías físicas, neurológicas y psicológicas, perjudiciales a lo largo de toda la vida.

Además de las lesiones osteopáticas, la salud del niño puede verse comprometida por diferentes factores: factores hereditarios, salud de la madre, mala nutrición, enfermedades infecciosas, etc... El empleo de medicamentos con la futura mamá también se considera un factor de riesgo, ya que algunos pueden ser sospechosos de causar malformaciones. Los extractos hipofisarios ingeridos por la madre pueden dar lugar durante el parto a contracciones largas y violentas, que serán peligrosas para el feto. La administración de anestesia y de sedantes ponen al niño en un estado en el que su respiración tal vez no se haga normalmente, debido al estado de anoxia más o menos pronunciada que se genera.

Las lesiones en el nacimiento pueden ser debidas a malposiciones del niño, a una mala implantación de la placenta, a una pelvis anormal de la madre, a desviaciones vertebrales, etc. Estas lesiones pueden conducir a una deformación de la cabeza del niño, así como a una tensión anormal de las membranas. Esta deformación también puede producirse por el uso del fórceps, ya que es un instrumento peligroso. Cuando su uso no puede evitarse, ello debería servir para guiar más que para extraer. El nacimiento natural es, no cabe duda, el más deseable. Esto está confirmado por la tasa mucho más baja de accidentes en el parto en los países (como en Holanda o Suecia) en donde dichos partos son, la mayor parte de las veces, practicados por mujeres (matronas) expertas.


En las dos imágenes de la izquierda se puede apreciar lo que se denomina "cabeza en cuadrilátero", lesión presuntamente debida a la aplicación del fórceps de forma oblicua. En las dos imágenes de la derecha se observa un "occipital plano", por compresión antero-posterior.

Diagnóstico de las lesiones

Para hacer un buen diagnóstico, es interesante conocer por los padres (y en especial por la madre) las modalidades del nacimiento así como las observaciones que conciernen al comportamiento del bebé, y que deben ser hechas después de dar a luz. Sería algo así como hacer una especie de "ficha" de salud. A la hora de diagnosticar, conviene observar y tener en cuenta:

  1. Color anormal de la piel: el color azulado por falta de oxígeno (cianosis) puede resultar de una lesión que afecta al nervio "vago" o a los centros respiratorios en el IV ventrículo cerebral (ésta es una lesión muy importante, ya que puede acarrear "muerte súbita").
  2. Comportamiento anormal: las lesiones craneales pueden provocar aletargamiento, estupor, sueño excesivo, insomnio, irritabilidad. El bebé puede manifestar una preferencia por estar acostado en una determinada posición, con tendencia a ponerse sobre el lado plano del cráneo.
  3. Observación del los ojos: la miopía congénita puede estar provocada por un traumatismo del hueso occipital. La diplopía o visión doble se relaciona con un mal alineamiento de las órbitas oculares. Los síntomas varían según qué nervio craneal se encuentre afectado.
  4. Gritos anormales: los gritos excesivos del niño sugieren un problema del nervio "vago" en el suelo del IV ventrículo cerebral. La ausencia o retraso de los gritos es un síntoma importante, ya que la Naturaleza destina los primeros esfuerzos vigorosos tras el nacimiento para comenzar a respirar por sí solo.
Hay una gran lista de síntomas que a los padres puede parecer algo normal en la edad del bebé y por ello no darles importancia pero que, sin embargo, son excelentes indicadores de que algo no funciona bien en el organismo de nuestros pequeños: gritos débiles (gemidos o ronquidos), dificultad para comer, dificultad para mamar, babeos excesivos, crecimiento anormal del cráneo, crecimiento anormal del cerebro (hidrocefalia), desarrollo anormal de boca y nariz, trastornos motores y neurológicos, parálisis o espasmos musculares, convulsiones, retraso en la motricidad, otitis, rinofaringitis, bronquitis, rinitis, asma...

Toda anomalía en el desarrollo del cráneo del recién nacido puede modificar los movimientos de la SEB (Sínfisis Esfeno Basilar) o alterar las posiciones relativas de las diferentes partes de un mismo hueso, de tal forma que las características de este hueso estarán más o menos perturbadas, pudiendo afectar a nervios, vasos sanguíneos, etc., que estén situados junto a dicho hueso. Son importantes la observación, los test de movimiento y los test de posición, ya que no hay dos casos iguales.

Evidentemente, el primer paso que hay que dar es la visita al pediatra y/o al especialista que corresponda en cada caso. Y teniendo precaución con los diagnósticos médicos, pero en todo caso "sin perderlos de vista" tampoco, puede ser interesante acercarnos a otros tipos de terapias y tratar a nuestros hijos desde un nuevo enfoque, una nueva perspectiva, sabiendo que todo lo que hagamos ahora por ellos, estará bien hecho.

Saludos para todos.



1 comentario:

  1. Me ha resultado muy interesante este artículo.Cuántas veces los padres no nos damos cuenta de que nuestros pequeños, a pesar de su corta edad, nos están "hablando". Algo más que he aprendido hoy. Un saludo.

    José Miguel González.

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